Hombres, vestimenta y sombreros están unidos desde tiempos muy remotos. En un principio seguramente para protección del frío o del sol intenso pero luego relacionado con las jerarquías, las clases sociales, la religión y hasta con las ideas. Distintos a los que conocemos actualmente y en gran diversidad de materiales en un principio fueron más bien tocados. Usado por hombres y mujeres durante la historia de la humanidad fueron pañuelos, casquetes, turbantes, capuchas, velos. Seguramente a partir del Renacimiento cuando las nuevas materias primas proporcionadas por los descubrimientos aportaron nuevas opciones en el vestir los sombreros acompañaron el gusto y el refinamiento. Sedas, raso, encajes, hebillas, plumas, cintas, terciopelos, piedras preciosas se usaron en los sombreros muy parecidos de mujeres y hombres.
Fue en el siglo XIX cuando comenzaron a diferenciarse los sombreros, más sobrios para los hombres, más coloridos para las mujeres y adaptados a diversas actividaes sociales.
Algunos sombreros están unidos a determinadas épocas de la historia. Otros se identifican con personajes reales o ficticios. Imposible imaginar a Charles Chaplín sin su bombín, a Maurice Chevalier sin su canotier de paja, a la Revolución francesa sin el gorro frigio. Quién podría recrear las imágenes de Nefertiti o Tutankamón sin sus fabulosos tocados? ¿O personajes como Indiana Jones o el Capitán Jack Sparrow que no han perdido el uno su chambergo y el otro su tricornio ni en las más peligrosas aventuras?
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